¡Hola de nuevo! Vuelvo a estar contigo escribiendo sobre traducción. En este caso sobre la traducción de la ópera. La idea me vino después de leer un artículo de este blog de traducción. Desde que la traducción en forma de subtítulos
entrara en escena en las óperas, existen partidarios y detractores de esta técnica de traducción. Hay quien dice
que los subtítulos distraen la atención del espectador, mientras que otros son
de la opinión que sirven para acercar la ópera al público. Personalmente, yo
soy de las que prefiere ver la ópera traducida en forma de subtítulos, pero
reconozco que en ocasiones pueden distraer bastante la atención.
Existen también las técnicas
de sobretítulos, que muestran una traducción del texto plasmada en una pantalla
que normalmente se encuentra en la parte más alta del escenario. La primera vez
que se tiene constancia de su utilización fue en 1983, en el O’Keefe Centre de
Toronto. En la actualidad este sistema está instaurado en un gran número de
auditorios y teatros de todo el mundo. En algunos anfiteatros se ha optado por brindar
el mismo servicio de traducción en unos
pequeños aparatos individuales, ya que algunos espectadores les molesta la existencia
de una pantalla en la parte alta del escenario.
Es lo que ocurre cuando, en
plena aria de Lenski, en la obra Evgueni Oneguin, leo los subtítulos: “¡bendito sea el día de la ansiedad, bendito el de la oscuridad! Al alba la
estrella matutina esparcirá su luz, mientras yo, quizás descenderé en las
sombras de la tumba y el recuerdo de un joven poeta será borrado por el fluir
del Leteo”.
En estos casos es cuando mi
mente se evade de la ópera por un segundo y se para a pensar cómo debe sonar el
original, qué placer el de aquél que puede escuchar sin interrupción la
combinación maravillosa de la melodía y la palabra. Al mismo tiempo, soy
consciente de que los subtítulos en la ópera no son más que una muleta, una
ayuda que nos permite saber qué es lo que pasa.
Existen las traducciones que tienen la finalidad de dar a conocer
al espectador los acontecimientos principales que ocurren en escena. Estas traducciones tienen su problemática
propia: y es que tienen que tener en cuenta la música, el ritmo y, por
supuesto, la limitación de la pantalla. No obstante, existe otro tipo de traducción
de libretos que me parece mucho más interesante. Una traducción que no está destinada a la
proyección en la ópera sino a su lectura y que intenta transmitir al lector.
Pero reconozco que a veces
los subtítulos me parecen un tanto forzados y en ese momento siempre me
pregunto cómo debió ser la experiencia de aquellos primeros espectadores que
acudieron al estreno de la obra por primera vez. ¿Cómo sería el estreno de la
Flauta Mágica de Mozart? ¿Cómo vivieron los espectadores del siglo XVIII esa
experiencia estética, poética?.
La traducción de libretos es un verdadero reto, que implica no sólo la
creatividad de una buena traducción
sino también el respeto por la música, la rítmica de los versos. De este tema
trata un interesante artículo de Lucía
Alcañiz. En el que se realiza un estudio lingüístico y cultural de la traducción al español de libretos de ópera.
Concretamente, enfatiza en dos traducciones y la adaptación de la ópera dramática
“Carmen”.